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Una sociedad rentable: Estado y Crimen Organizado

Por Gonzalo Cornejo / CEO Insight Security

El Estado venezolano es un claro ejemplo de simbiosis con el Crimen Organizado. Ambos encontraron rentables puntos en común y desde hace mucho se colaboran. ¿Cuál de los dos tiene más poder? La respuesta es difícil, y lo es porque llegaron a un punto de necesitarse tanto que, quizás, se lo turnan de acuerdo a las metas que cada uno pueda tener.

El punto de encuentro entre ambos –explican expertos que por razones obvias prefieren el anonimato– podría remontarse al mismísimo inicio del Socialismo del Siglo XXI, cuando la dirigencia estableció sociedades con grupos paramilitares colombianos para protegerse. A cambio, abrirían mejores rutas para el tránsito de la droga con la anuencia de los protectores de las carreteras: los militares (cártel de Los Soles). Venezuela, históricamente, ha sido un país puente.

Así, el Crimen Organizado comenzaba su escalada dentro de los estamentos del Estado venezolano. Los criminales tomaban fuerza y el Estado/Gobierno les facilitaba el camino. Esto se tradujo en una vorágine de situaciones: el nacimiento del pranato (liderazgo negativo) en las cárceles y con ello el aumento de la violencia intramuros y fuera de ellos. El repunte de los secuestros tradicionales y el nacimiento del secuestro exprés. En una sola noche, solo en Caracas, se podían registrar, conservadoramente, 30 secuestros exprés. Las extorsiones y el cobro de “vacunas” a cambio de protección; esto es algo que se mantiene hasta hoy y sigue en franco crecimiento. Llegaron a reportar un homicidio cada media hora. Los robos con intimidación estaban a la orden de día y la droga recorría el país “custodiada” por funcionarios militares hasta que salía a los destinos planificados.

El Crimen Organizado empezó a ser una empresa muy rentable, y lo fue todavía más cuando incursionaron en la minería: comenzaron con la explotación ilegal de oro y se adueñaron de las faenas. También empezaron con el tráfico de armas (fabricadas dentro del país por la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares) y luego, por ellos mismos dentro de las cárceles, y se asociaron con bandas como el Primer Comando de la Capital, en Brasil. En este punto, la rentabilidad se distribuía entre socios: Estado y Criminales.

Los tentáculos del Crimen Organizado se infiltraron en tribunales, fiscalías, ministerios, fuerzas armadas, policías… y vaya que en Venezuela hay policías (la de investigación, la nacional, las regionales y las municipales) …  El Crimen Organizado penetró hasta la última fibra de cada institución y la sociedad se llenó de miedo. La ciudadanía se autoimpuso un toque de queda y su primera preocupación, de acuerdo a encuestas, era la inseguridad. No había cabeza para preocuparse por la economía, por la política, por la educación… Había que sobrevivir a una “guerra” que dejaba más de 20 mil asesinatos al año. Sin contar que había que protegerse de los otros delitos.

El Crimen Organizado sembró y cosechó el miedo, y el Estado/Gobierno se hizo de él para controlarlo todo, incluso, la rentabilidad de esta “industria”, que además comenzó a exportar el modelo a América Latina.

En Chile debemos estar atentos ante cualquier señal que despierte una alarma. La misión, que tenemos como sociedad, consiste en no permitir que este Crimen Organizado despliegue sus tentáculos en nuestras instituciones.