
La promulgación de la nueva Ley de Seguridad Privada, realizada el pasado 14 de marzo nos convoca a reflexionar sobre sus reales alcances y objetivos, en un contexto particularmente sensible de delincuencia y de inseguridad creciente en el país.
A través de sus plataformas oficiales, el Gobierno detalló que el objetivo principal de la normativa es consagrar el rol preventivo, complementario y coadyuvante de la seguridad privada, instalada evidentemente en el entorno público.
Hoy existen alrededor de 260 mil personas en el país que desarrollan funciones en el ámbito de la seguridad privada. Esta cifra supera con creces la cantidad de efectivos que tanto Carabineros como la Policía de Investigaciones poseen en funciones activas (las entidades combinadas no superan los 70 mil efectivos). Se estima, además, que la inversión en seguridad privada, factura anualmente mil millones de dólares, que se compara con los recursos destinados a las policías y aun así suelen hacerse insuficientes ante el panorama social actual.
Frente a lo anterior, cabe hacernos la siguiente pregunta: ¿Las empresas del rubro están preparadas para entregar un servicio innovador, efectivo y profesional acorde a las exigencias de esta ley y el mercado?
La duda es relevante, ya que, a la hora de elegir servicios de seguridad, las organizaciones públicas o privadas deberían considerar, la valorización en sus procedimientos, análisis y en la tecnología que contribuya a su función. Tal ejercicio tendría no sólo que apuntar a acatar la normativa, sino que también a superar los mínimos propuestos por esa legislación.
Sabemos que la delincuencia ha migrado a delitos complejos y violentos, con organizaciones criminales que vulneran los dispositivos policiales. Por ello, las empresas de seguridad tienen el deber social de estar a la altura de los requerimientos, con altos estándares de calidad y servicio.
El desarrollo de las nuevas tecnologías en seguridad en términos de análisis de escenarios, elección de personal adecuado y el uso de inteligencia artificial para conseguir mejores objetivos, ya es una realidad en el mundo. La innovación en técnicas modernas de logística y rastreo permiten actualmente mantener un control holístico, integrado y territorial en el uso de herramientas para la toma de decisiones.
La invitación, entonces, es pasar desde la reflexión hacia la acción activa, para no seguir sorprendiéndonos respecto a noticias tristes relativas a la inseguridad que abundan hoy en medios de comunicación y redes sociales. Las perspectivas de seguridad pública y privada requieren de una vez por todas trascender escenarios de improvisación latentes, para evitar que en Chile sigan acumulándose víctimas innecesarias.